Y ahí estaba yo, saltando 7 veces nuestra hoguera y pidiendo en cada salto una vida a tu lado. Y es que, después de unos días de tropezones, por fin volvemos a ser los dos gordis de siempre. Si si, esos dos que por cada paso se dan un beso. Que por cada payasada se abrazan. Esos dos que se dicen continuamente que se quieren.
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